30 mar 2018

Simone Pereira

De un momento abrí mis ojos de manera lenta y dificultosa. Veía neblina entre mis pupilas. Mis oídos funcionaban a un 10% solo Podía percibir algunos ruidos sin canalizar ninguna respuesta. Me encontraba acostado, y lo sabía porque veía el techo y en el una mancha de humedad de esas típicas que hay en casas viejas ... poco a poco pude movilizarme un poco más.. a mi lado izquierdo lograba ver una pequeña pantalla negra con figuras extrañas verdes ... me sentía solo, cansado y adolorido... muy a dolorido . A medida que mis sentidos iban progresando en ese lapso sentí mi mano muy caliente, vuelvo a abrir los ojos y veo un rostro muy borroso , intentaba con todas mis fuerzas lograr visualizar aquel rostro... pero no fue necesario. Al luego solo sentir el calor de su mano apretando la mia y acariciándomela, así como que intentaba decirme que todo estaría bien ... pude descifrar que se trataba de mi hijo cuya compañía me hacía sentir pleno y dichoso. Luego logré ver cuerpos detrás de mi hijo... seguramente se trataba de mi familia , no estaba seguro ya que mi Cáncer estaba avanzado y poco podía recordar además de la demencia que padecía ... sin embargo este lapso que estoy contando fue un regalo de la vida al darme de vuelta mis sentidos ... mi familia era lo más preciado. Me sentía el mayor protector de ellos, de mi esposa y de mis tres hijos.
Sentía el dolor pero a la vez la fuerza que estaban teniendo. Mis lagrimas corrían reflejando amor y nostalgia a la vez.
El tomaba mi mano y me decía: “ nos vamos a alejar lentamente para que puedas irte en paz” y créanme que era
Lo que menos quería, bueno.. una parte de mi ya estaba cansada de luchar pero la otra no quería dejar esto.
Fui cerrando mis ojos nuevamente cuando escuchaba su voz decir “ahora iras caminando con tus pies descalzos sobre un pasto verde, correrá una brisa tan agradable que su aroma será a castañas frescas, veras un arroyo paisajes y aves silvestres..” sentí calma, mis pies quietos sudando al igual q mis manos tan flacas y desvanecidas. Mis ojos ya estaban cansados... los cerraba y abría no me quería ir... sentí el amor pleno y repentinamente dejé el mundo terrenal.

En ese momento volví a mi cuerpo, una joven de 23 años que se encontraba en la vigilia del sueño.